la ruta

Os vamos a proponer una ruta muy especial por varias razones: por su longitud: kilómetro y medio; por la riqueza medioambiental en tan poco espacio y porque se desarrolla en Miranda de Azán, nuestro pueblo.

 

Así que más que ruta, se trata de un paseo interpretativo que nos ayudará a descubrir los tesoros naturales que están delante de nosotros, de los vecinos del pueblo en este caso a diario. Este paseo, promovido desde el ayuntamiento, tiene como objetivo divulgar la riqueza natural de su entorno.

 

Quedamos en la Plaza Toral, un punto de encuentro que sirve de inicio a la ruta. Un grupo de vecinos espera con ganas que empiece este paseo que nos mostrará  Pablo Labajos- consultor medioambiental- que ha sido el encargado de diseñar los paneles explicativos del recorrido junto con las ilustraciones de Diego Ortega Alonso.  Un trabajo con el que merece la pena detenerse y aprender. Además, en cada panel se insertan unos códigos QR en los que podemos escuchar a vecinos de Miranda de Azán contando curiosidades y anécdotas. Y es que niños y mayores se han prestado  voluntarios para colaborar en este proyecto con el que aprenderán a valorar la riqueza medioambiental de su entorno.


Seguimos los pasos de nuestro guía Pablo y de la plaza en la que nos cuenta maravillas de las veinte especies de árboles, pasamos a conocer los ángeles de la guarda que nos protegen desde las alturas. Gorriones, cigüeñas, golondrinas o colirrojos son tan solo algunos de ellos y boquiabiertos nos quedamos al saber la labor que hacen entre nosotros sin apenas darnos cuenta. Escuchad el podcast y sabréis por qué.


Pero si hay un lugar en Miranda de Azán favorito para mitigar los calores del verano o descansar la mente en cualquier momento ese es el Arroyo Fuente de la Porra. Un lugar en el que las aguas aportan servicios ecosistémicos como filtrar la contaminación, regular las temperaturas o servir de refugio a decenas de especies, entre otros. Un espacio que cuenta, además, con la instalación de un hotel de insectos que servirá para devolver al entorno todo lo que nos aporta.


Conocer nuestro entorno es fundamental para cuidarlo. Por eso, Pablo desmenuza todas y cada una de las posibilidades de este lugar teniendo en cuenta las especies que lo habitan.

Entre las copas de los árboles veremos al herrerillo, al carbonero, al petirrojo, al jilguero o al lugano. Todos ofreciendo un espectáculo de color y sonido. En los chopos o en el cielo veremos rapaces como el milano real, el águila calzada o el cernícalo. Y cuando se hace de noche estarán allí el búho chico, la lechuza o el cárabo.

Los niños que nos acompañan en el recorrido no pierden detalle y toman nota de las distintas acciones que están en nuestra mano para evitar desastres naturales: no tirar residuos y recoger los que encontremos; controlar que las mascotas respeten la fauna silvestre; evitar pesticidas que viertan al agua o valorar el cauce natural del arroyo con sus arbustos y plantas. Pequeños gestos que nos permitirán seguir disfrutando de un lugar privilegiado.

Pero la riqueza de Miranda de Azán no solo está en su flora y su fauna. También en la riqueza geológica que ha sido reconocida con la figura de LIG (Lugar de Interés Geológico) por su interés científico: rocas como las que vemos en el recorrido cuentan un episodio importante de la tierra llamado “Orógeno Varisco”.

Los primeros pobladores del lugar utilizaron estas rocas para construir sus casas y cercados para el ganado. Hoy sirven para delimitar el terreno pero también para cobijar animales como el erizo, el sapo o el gallipato, que se refugian bajo las rocas junto a reptiles como la lagartija ibérica.


Para ir finalizando este paseo interpretativo, nos situamos frente a los pastos y campos de cultivo, a las afueras del pueblo. Junto al abrevadero, recientemente restaurado, todavía vemos el arroyo sobre el que vuelan algunas rapaces en busca de alimento. Incluso hay días en los que las avutardas se camuflan en los campos de trigo.

Este entorno es un auténtico tesoro porque las aguas del arroyo se mezclan con los campos de secano. Dos ecosistemas que unidos forman el denominado “ecotono”, un aporte determinante para la biodiversidad de la zona.


Finalizamos la ruta en el pueblo, concretamente en el restaurante Musicarte, donde nos esperan Raúl y Mario Carabias, dos hermanos que ya forman parte de la hostelería clásica de Salamanca después de haber regentado durante treinta años El Café Corrillo y el Musicarte en el centro de la ciudad, dos locales míticos de nuestra restauración. El entorno, el buen trato y la decoración forman parte de la idiosincrasia de estos hermanos además de priorizar los productos de temporada y las carnes a la brasa sin olvidar que, entre los meses de abril a octubre, cuentan con un cocinero italiano que elabora pizzas en el horno de leña. Pero su fuerte, me cuenta Mario, son las carnes, los pescados y los menús elaborados. Degustar esa variedad se hace más atractivo entre sus paredes, decoradas con mimo y cargadas de simbolismo.


Nos quedamos degustando una cazuelita de callos, no sin antes recomendaros este paseo interpretativo y circular por Miranda de Azán. Una ocasión única para aprender a valorar los tesoros que nos da la naturaleza y evitar sus amenazas con tres consejos que Pablo Labajos insiste en recordar: reducir los residuos y pesticidas, moderar la extracción de agua y controlar que nuestras mascotas no agredan la fauna silvestre.