Un poco de Historia

 

De la etapa prehistórica casi no se conocen vestigios en la zona. Una alabarda de sílex, encontrada cerca de Aldeagallega por un pastor, da indicios de presencia humana en la Edad del Cobre, pero no indica ningún asentamiento.

Durante la Edad del Hierro, esta zona debió de ser habitada por los Vettones, que quedarían separados de los Vacceos por el río Tormes.

 

La verdadera ocupación del territorio tuvo lugar ya bajo el dominio Romano como confirman los abundantes restos arqueológicos diseminados por diversos puntos del municipio. Además de la mencionada calzada romana, que iba desde Asturica Augusta (Astorga) hasta Emerita Augusta (Mérida), se han encontrado restos en los alrededores del pueblo actual que muestran un poblado de cierta importancia: en los pagos denominados Aldearrica, Alquería de Azán, El Centenero, La Atalaya y La Torrecilla se han hallado vestigios seguros, como cerámica, ladrillos, tégulas, ruedas de molino, etc. El núcleo más importante se hallaba en la Alquería de Azán donde, a juzgar por algunos elementos encontrados —estucos, teselas de mosaico— existió un poblado y una lujosa villa, centro de un extenso dominio de explotación agraria.

 

A falta de una excavación arqueológica intensiva, que sacase a la luz la importancia de la villa romana, los restos hallados parecen confirmar que la ocupación se dio entre los siglos I y IV d. C., a partir de esa época, con la crisis del Imperio romano, y la inseguridad surgida con las invasiones de los alanos y los visigodos, la historia de Miranda de Azán se diluye en el olvido y en el tiempo. Posiblemente, ese poblado romano y esa explotación agraria, quedasen abandonados en busca de un lugar más seguro.

 

La romanización no fue muy intensa en la provincia de Salamanca. Debido a esto, ni la ocupación visigoda, ni la musulmana, tuvieron especial relevancia en la zona.

 

El actual pueblo de Miranda de Azán debió de crearse en el siglo XII, con las primeras repoblaciones que hizo Alfonso IX al sur del Tormes en la misma época que Tejares y Aldeatejada; y antes que Santa Marta, Carbajosa o Pelabravo, que se fundan en el siglo XIII. Se creó como una alquería o aldea, es decir: un grupo de casas cuyos habitantes se dedicaban al trabajo de las tierras de cultivo colindantes y próximas al monte o al bosque. Su configuración era sencilla: casas sencillas con construcciones propias de la agricultura y la ganadería y una ermita o iglesia, dependiendo de su importancia.

 

La repoblación de estos territorios se realizó con campesinos libres, procedentes sobre todo de Valladolid, Segovia y Zamora, que buscaban escapar de la presión de los señoríos feudales y eran atraídos por los privilegios que concedía el rey, a través de los fueros, para asentar población en las tierras fronterizas. Tal vez este sea el motivo que explique por qué la patrona del pueblo es la Virgen de Valbuena (de Valbuena del Duero, Valladolid), o por qué desde el siglo XIII, el convento zamorano de Nuestra Señora de Moreruela tenía posesiones en el municipio.


 

El documento más antiguo conservado en el que se cita expresamente el nombre de Miranda de Azán, está fechado en abril de 1190. En él, Ramón Martín, da todas las posesiones que tiene en el pueblo al cabildo de Salamanca a cambio de una renta mientras viva y una misa de aniversario después de muerto, por la salvación de su alma. La práctica de donar posesiones a la Iglesia o de incluirla en los testamentos para ayudar a la salvación del alma fue muy común durante toda la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna. De esta forma el poder de la Iglesia fue creciendo y en poco tiempo el Cabildo de la Catedral de Salamanca se convirtió en el mayor propietario de tierras y casas de la aldea. Las tierras, eran arrendadas a campesinos de la zona o se contrataba a jornaleros que las trabajasen directamente.

 

A mediados del siglo XIV, con la crisis demográfica provocada por la Peste Negra, muchas zonas rurales pierden gran parte de la población y otras hasta llegan a despoblarse. La menor demanda de grano, y la falta de brazos que trabajen la tierra, hace que muchos campos no se cultiven y caigan en el olvido sus lindes y propietarios. Esto mismo pasó en Miranda de Azán según aparece en el libro de Apeos de la Catedral donde, a comienzos del siglo XV, aparece escrito “los prados que los canónigos tienen en la dehesa andan mezclados con los de Juan Sánchez (un campesino propietario de tierras en Miranda de Azán y Aldeatejada). Unas casas necesitan ciertas reparaciones.

 

Nuestro pueblo pertenecía a la llamada “Tierra de Salamanca” y siempre fue de realengo. Es decir: se encontraba bajo la jurisdicción del rey que era quien dictaba las leyes, impartía justicia y recaudaba los impuestos, frente a otras villas y aldeas de señorío que, como indica el nombre, estaban bajo la protección de algún señor.

 

La vida cotidiana en las aldeas campesinas de salamanca giraba en torno a las labores del campo. La estructura socioeconómica, la forma de relacionarse entre los vecinos, incluso la construcción de la vivienda familiar estaba directamente relacionado con el mundo agrario. Marcaba la hora de levantarse y acostarse, la hora de las comidas, la distribución de los momentos de ocio… Todo estaba condicionado por los tiempos de la siembra y la cosecha y se veía reforzado por las fiestas religiosas que ayudaban a establecer los ritmos anuales. Así pues, la vida de los vecinos de la pequeña aldea de Miranda de Azán, discurrió durante mucho tiempo con un tranquilo compás, caracterizado por la rutina agraria y el pago de los impuestos; ajena a los grandes eventos políticos y sociales de un Imperio que les quedaba muy lejos; alterada tan solo por los acontecimientos inesperados que afectaban a las cosechas, a los ganados, o a los mismos campesinos.

 

Este lento devenir se constata en el Catastro de 1752 que mandó elaborar el Marqués de la Ensenada, y en el Censo de población de Floridablanca de 1787. En ellos, se aprecia un pequeño aumento de población pero la actividad económica sigue siendo exactamente la misma: labradores y jornaleros. En el Catastro, documento que se elaboró pueblo a pueblo por todo el reino de Castilla para saber realmente “las riquezas del reino” queda recogido que en Miranda de Azán no hay minas, ni molinos, ni batanes. Tampoco hay “tiendas, mesones, tabernas ni cosa alguna”. Incluso el pueblo pertenecía, junto con Arapiles, a la parroquia de Las Torres.

 

Será a finales de 1789 cuando la Iglesia de San Cristóbal se convierta en vicaría y forme parroquia propia. Como no se conserva el libro de fábrica de la iglesia, no podemos saber la fecha exacta en la que se construyó el templo primitivo, al lado del cementerio; pero debió de ser por esas fechas. El diccionario histórico-geográfico de Madoz, elaborado entre 1845-1850 reseña la iglesia “extra muros” sin indicar que se encontrase en mal estado pero el abandono y las inclemencias del tiempo llevaron la construcción a una situación de ruina que obligó al obispado a levantar un nuevo templo dentro del pueblo. El 29 de diciembre de 1895 se inauguraba la nueva iglesia parroquial también consagrada a San Cristóbal. Su construcción era de fábrica sencilla, con materiales de la zona y reutilizando algunos elementos de la antigua.

 

Tal vez el momento más convulso de la historia del pueblo haya sido a principios del siglo XIX durante la Guerra de Independencia. El mes de julio de 1812, ante la amenaza de lo que suponía ser parte del campo de batalla, Miranda de Azán, al igual que los pueblos de alrededor como Arapiles, Calvarrasa de Arriba, o Las Torres, es abandonada por sus vecinos que, temerosos de los actos violentos de los ejércitos, se refugiaron en Salamanca. En su término, en el Pico de Miranda, se inició el enfrentamiento entre el Ejército Inglés y el Imperial. En la zona actual de la Ermita de la Virgen de Valbuena, regimientos de caballería portuguesa también se enfrentaron a la caballería francesa haciéndola retroceder.

 

Las consecuencias de la guerra (campos devastados, saqueos, alto índice de mortandad…) y la enajenación de baldíos y tierras comunales del concejo, para poder hacer frente a mayores impuestos, provocarán una crisis en el mundo campesino de la que se tardará más de un siglo en salir. Las desamortizaciones de mediados del siglo XIX al menos favorecerán la recuperación de gran parte del suelo que había quedado abandonado, aunque realmente el acceso a la tierra por parte de los campesinos fuese limitado ya que, las posesiones sacadas a subasta, fueron compradas en su mayoría por grandes propietarios que las arriendan a los jornaleros y labradores. La poca población existente hizo que apenas hubiese casos de emigración hacia “las Américas” tan frecuentes a finales del siglo XIX pues el poco excedente de población era asumido por la capital.

 

Así se llega al siglo XX con un pueblo pequeño, que vive casi de espaldas a la ciudad a pesar de estar tan solo a 8 km de distancia, con una economía basada en la producción agrícola y con unas infraestructuras precarias que cada vez van siendo más insuficientes. La despoblación de las zonas rurales también afectará gravemente a Miranda de Azán que en veinte años llega a perder más del 40 % de su población, llegando a ser, en 1981, tan solo 122 habitantes

 

Habrá que esperar hasta 1986 para que esa inercia se rompa. Ese año, gracias en gran parte al apoyo y colaboración de los vecinos, se procede a realizar las obras de pavimentación y canalización del agua corriente. A partir de ahí, lentamente, Miranda de Azán comienza a recuperarse como pueblo y a prepararse para afrontar los retos del siglo XXI.

 

 

Texto:

Jose Luis Sánchez Martín